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jueves, 22 de junio de 2017

Universo Holografico (2)

La asombrosa capacidad del cerebro

Se ha descubierto también que, entre otras características, los hologramas poseen una gran capacidad para almacenar información. Cambiando simplemente el ángulo en el que los dos rayos láser inciden en una película fotográfica es posible grabar muchas imágenes diferentes en la misma superficie. Según se ha demostrado, un centímetro cuadrado de película puede contener hasta 10 gigabits de información.

Nuestra asombrosa capacidad para recuperar del enorme almacén de recuerdos cualquier información se puede comprender más fácilmente si se asume que el cerebro funciona de acuerdo a los principios holográficos. Si nos preguntaran qué acude a nuestra mente cuando se pronuncia la palabra “cebra”, no necesitamos empezar a ordenar un archivo gigantesco para obtener la respuesta, sino que simplemente, aparecen de forma instantánea en nuestra mente asociaciones tales como “rayado”, “semejante a un caballo” o “animal originario de África”. En efecto, una de las características más asombrosas del proceso del pensamiento humano es que cada una de las piezas de información es relacionada instantáneamente con todas las restantes (otra de las características intrínsecas del holograma. Dado que cada porción de un holograma está infinitamente interconectada con las restantes, el holograma es quizá el ejemplo supremo de sistema interrelacionado.

El almacenamiento de la memoria no es el único rompecabezas neurofisiológico que resulta más comprensible a la luz del modelo holográfico del cerebro. También lo es el modo en que éste es capaz de traducir la avalancha de frecuencias (de luz, de sonido y otros tipos de señales) que recibe como percepciones a través de los sentidos.

Pribram cree que el cerebro utiliza también los principios holográficos para convertir matemáticamente en el mundo interior de las percepciones las frecuencias que recibe mediante los sentidos.

Como la gran cantidad de evidencias al respecto sugiere que el cerebro emplea los principios holográficos para sus operaciones, la teoría de Pribram ha ido ganando creciente apoyo entre los neurofisiólogos. La creencia de Pribram de que nuestro cerebro construye una imagen de la realidad basándose en un dominio de frecuencias se ha visto convalidada por un importante número de pruebas experimentales. Se ha descubierto así que cada uno de nuestros sentidos es sensible a una gama de frecuencias mucho mayor de lo que podía sospecharse.

Por ejemplo, las investigaciones han permitido descubrir que el sistema visual es sensible a frecuencias de sonido, que el sentido del olfato depende, en parte, de las llamadas “frecuencias ósmicas” y que incluso las células de nuestro cuerpo son sensibles a una amplia gama de frecuencias.

Tales hallazgos sugieren que esas frecuencias se organizan y transforman en percepciones convencionales únicamente en el dominio holográfico de la conciencia.

La ilusión o “maya”

Pero el aspecto más sorprendente del modelo del cerebro de Pribram se presenta si se lo une a la teoría de Bohm. Si el aspecto concreto del mundo es una realidad secundaria y lo que realmente “hay ahí” es un montón de frecuencias, y si el cerebro sólo selecciona de entre el montón algunas de esas frecuencias y las transforma matemáticamente en percepciones sensoriales ¿en qué se convierte la realidad objetiva? Sencillamente deja de existir.

Tal como sostienen las religiones orientales, el mundo material es “maya”, una ilusión, y el que pensemos que somos seres físicos que nos movemos en un mundo físico, constituye también una ilusión. Realmente somos receptores que flotamos en un mar de frecuencias y lo que extraemos de ese mar de frecuencias y convertimos en la realidad física es simplemente un canal de entre los muchos de este superholograma.

Esta nueva y sorprendente visión de la realidad, síntesis de las visiones de Bohm y Pribram, se conoce como “paradigma holográfico” y, aunque muchos científicos la hayan recibido con escepticismo, ha sorprendido a otros.

Un pequeño pero creciente grupo de investigadores cree que “el paradigma holográfico” podría ser el modelo más preciso de la realidad que la ciencia haya llegado a alumbrar hasta ahora. Algunos creen, sobre todo, que puede ayudar a resolver ciertos misterios que nunca han sido ex-plicados por la ciencia y establecer incluso lo paranormal como una parte de la naturaleza.

El paradigma holográfico en psicología

Mientras investigaba en los años cincuenta sobre la utilización del LSD como sustancia psicoterapeútica, Grof atendió a una paciente que repentinamente adoptó la convicción de que había asumido la identidad de una hembra de una especie de reptiles perteneciente a la época prehistórica.

Durante su alucinación la paciente no sólo hizo una descripción muy detallada de lo que sentía al hallarse bajo esa forma sino que indicó que los machos de dicha especie tenían coloreada una parte de la cabeza de una manera determinada.

Lo que sorprendió a Grof fue que, si bien la mujer no tenía conocimientos en tales materias, un zoólogo le confirmara que en ciertos reptiles el coloreado de ciertas áreas de la cabeza tiene un papel muy importante entre las señales sexuales.

La experiencia de aquella mujer no fue la única. Durante su investigación, Grof encontró ejemplos de pacientes que se identificaron con todas las especies del árbol de la evolución prácticamente. Además, descubrió que tales experiencias frecuentemente sacaban a la luz detalles zoológicos que resultaban ser precisos.

Las regresiones al reino animal no fueron los únicos fenómenos que encontró Grof. Tuvo también pacientes que parecían entrar en una especie de inconsciente colectivo.

Individuos sin o con poca formación de repente daban descripciones detalladas de prácticas funerarias zoroástricas o escenas de la mitología hindú. En otros tipos de experiencias, los individuos relataban experiencias de viajes fuera del cuerpo, muestras de visiones del futuro o regresiones a aparentes encarnaciones de vidas pasadas.

En una investigación posterior, Grof advirtió que el mismo tipo de fenómenos aparecía en las sesiones de terapia que no incluían el uso de drogas. Dado que el elemento común a dichas experiencias parecía ser la trascendencia de la consciencia del individuo más allá de los fronteras normales del ego y de las limitaciones del espacio y el tiempo, Grof dio en llamar a dichas manifestaciones “experiencias transpersonales” y en los últimos años sesenta colaboró en la creación de una rama de la psicología conocida hoy como “psicología transpersonal”.

Tal como Grof señalara recientemente, si la mente es parte de un laberinto que está conectado no sólo a cada una de las otras mentes que existen o han existido sino a cada átomo, organismo y región en el espacio y en el tiempo, el hecho de poder realizar incursiones en el laberinto y tener experiencias trasnspersonales no parece ya tan extraño.

El paradigma holográfico tiene también algunas implicaciones en las llamadas ciencias “duras”, como la biología. Keith Floyd, psicólogo del “Virginia Intermont College”, ha señalado que si la concreción de la realidad es una ilusión holográfi ca no sería correcto afirmar que el cerebro produce la consciencia. Al contrario, sería la consciencia la que crearía la apariencia del cerebro, así como del cuerpo y todo lo que nos rodea y que interpretamos como físico.

Que el paradigma holográfico de Bohm y Pribram sea aceptado o no por la ciencia está aún por verse, pero ha influido ya en el pensamiento de muchos científicos.


Incluso aunque se demostrara que el paradigma holográfico no explica la comunicación instantánea entre partículas subatómicas, al menos, como señala Basil Hiley, físico del “Birbeck College” de Londres, estos hallazgos nos indican que debemos estar preparados para considerar una visión de la realidad totalmente nueva.


sábado, 3 de junio de 2017

Personaje del mes: Moisés

Hijo de Amram y Jokebed, hermano de Aarón y Miriam, de la tribu de Levi que, según el relato de Éxodo (siglo XIII a. C.), liberó al pueblo judío de la opresión a que se veía sometido por Egipto conduciéndoles por el desierto hacia la Tierra Prometida de Israel, aunque murió sin poder entrar en ella (según la tradición bíblica vivió 120 años y fue a la edad de 80 cuando se enfrentó al faraón).

Fue el autor de los fundamentos de la ley judaica que está contenida en los cinco libros del Antiguo Testamento que forman el Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) y que constituyen la Thora (“Ley” o “Enseñanza”) de los judíos.


La Era de Moisés

Uno de los hijos de Jacob (descendiente de Abraham), llamado José, que fue vendido como esclavo al Faraón de Egipto, consiguió, en la corte de este rey, tal prestigio y autoridad que llegó a ser virrey de Egipto y en calidad de tal llamó a sus hermanos y les dio el país de Gersén para que lo cultivaran y vivieran de sus productos. De este modo, los israelitas se hicieron tan numerosos que los reyes de Egipto temerosos de su importancia los sometieron a dura servidumbre, acabando por decretar la muerte de todos los hijos varones que nacieran en aquel pueblo.

El relato bíblico (Éxodo II, 1-10) hace de Moisés un judío de la tribu de Leví recogido por la hija del Faraón en los juncos del Nilo, donde su madre le había depositado para conmover a la princesa y salvar al niño de una persecución idéntica a la de Herodes.

Sin embargo, otras fuentes afirman que Moisés fue un sacerdote de Osiris.

Años de formación

Criado en la corte de los faraones recibió instrucción en asuntos religiosos, civiles y militares. Al comienzo de su edad adulta y en defensa de un hebreo, cruelmente maltratado, mató a un egipcio. Este fue el motivo por el que tuvo que huir al desierto (Midiam, en el noroeste de Arabia) donde se convirtió en pastor y se casó con Séfora con quien tuvo dos hijos: Eliécer y Gerson.

Moisés en Midiam

Un día, mientras cuidaba las ovejas en el desierto, Moisés vio que un montón de espinas ardían entre llamaradas pero no se quemaban. Lleno de curiosidad, se acercó para ver qué era lo que pasaba y una voz le dijo: “Moisés, Moisés, quítate las sandalias porque el sitio que estás pisando es sagrado”.

Le preguntó: ¿Quién eres Tú, Señor?

La voz le respondió: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He oído las lamentaciones de mi pueblo de Israel y he dispuesto bajar a ayudarle. He dispuesto liberarle de la esclavitud de Egipto y llevarle a una tierra que mana leche y miel. Yo te enviaré al faraón para que os deje salir en libertad.

Moisés preguntó: Señor, y si me preguntan cuál es tu nombre, ¿qué les diré?

El Señor le respondió: Yo soy Yahvé (Aquel que crea). Yo soy el que soy. Irás a los israelitas y les dirás: “Yahvé, que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, me envía a vosotros”.

Luego reunirás a los ancianos de Israel, y con ellos irás al faraón a pedirle que deje salir libre al pueblo. El faraón se negará pero yo haré toda clase de prodigios para que os deje salir”.

Moisés dijo al Señor: ¿Y qué demostración les voy a hacer para que sepan que voy de parte de Dios?

El Señor le respondió: Echa al suelo tu vara de pastor. Moisés lanzó al suelo su vara o bastón que se convirtió en serpiente.

Dios le dijo: Toma la serpiente por la cola. La agarró y se volvió otra vez bastón.

Dios le dijo: ésta será una de las señales con las cuales yo te voy a apoyar para que te crean.

Moisés le dijo a Nuestro Señor: “Yo tengo dificultad para hablar. ¿Por qué no mandas a otro?”. El Señor le dijo: “Tu hermano Aarón, que sí tiene facilidad para hablar, te ayudará”.

Moisés se volvió a Egipto y junto con su hermano Aarón reunió a los ancianos de Israel y les contó lo que le había mandado el Señor Dios. Y convirtió el bastón en serpiente para demostrarles que venía de parte de Dios.

Moisés y el faraón

Fue Moisés con su hermano Aarón a la corte del faraón Ramsés II a solicitar la marcha del pueblo de Israel. Ramsés II, considerado un Dios, negó la existencia de Yahvé y no autorizó la partida de los israelitas.

Moisés clamó a Dios y Dios le escuchó mandando diez terribles plagas a Egipto (agua que se convirtió en sangre, ranas, mosquitos, tábanos, peste para el ganado, ulceras en el cuerpo, granizo para los cultivos, langostas, tres días de tinieblas y por último la muerte de todos los primogénitos de Egipto).

Camino del Sinaí

Tras la muerte de su primogénito, el faraón permitió la salida de los israelitas (se estima que unas 15.000 personas). Al quinto día de la marcha, el faraón decidió salir en su búsqueda, acosándoles cerca del Mar de Papiros (Sea Reed, mar de papiros, probablemente un lago, erróneamente identificado como Mar Rojo). En este punto y por indicaciones de Yahvé, Moisés tocó con su bastón las aguas que se abrieron creando un camino por el que escapar de los egipcios.



Una vez que el pueblo cruzó el mar, Moisés tocó de nuevo con su bastón y las aguas se cerraron ahogando a sus perseguidores. En ese día, el pueblo aumentó su fe en Dios y creyó en Moisés, su profeta, dirigiéndose con él al monte Sinaí.

Durante los 40 años que permanecieron en el desierto, el pueblo sufrió terremotos, plagas, incendios, sequías y guerras con los pueblos nativos de Palestina. Faltó agua y comida siendo Yahvé quien proveyera del maná necesario para alimentarse.

El pacto en el Sinaí

Al llegar al pie del monte Sinaí, Moisés subió a la cima y tras 40 días y 40 noches recibió dos tablas de piedra en las que estaban escritos los Diez Mandamientos que a partir de entonces constituyeron las leyes fundamentales de los hebreos.

De esta manera se dio forma a la religión judía: una alianza entre el único Dios (Yahvé) y el pueblo hebreo, que en adelante se mantendría fiel al monoteísmo fundado por Abraham; y un conjunto de leyes que incluían el culto del «Arca de la Alianza» (recipiente sagrado que contenía las tablas originales de los Diez Mandamientos), la instauración del clero y diez mandamientos de orden moral y religioso.

Desde el Sinaí a Transjordan

El pueblo de Israel continuó camino a la Tierra Prometida y a los 40 años desde su marcha de Egipto bajo la dirección de Moisés, llegaron al fin a Canaán. Yahvé permitió a Moisés divisar la Tierra Prometida, desde la cima del monte Nebó (hoy Jordania), y después de esta visión murió. Sin embargo, ya había entregado el liderazgo del pueblo a Josué (hijo de Aarón).

Moisés el hombre

Moisés, profeta y legislador hebreo, fundador de Israel o del pueblo judío. También el Islam, que le llama Musa, le venera. La historia de su vida se relata sobre todo en los libros Éxodo y Deuteronomio del Antiguo Testamento.

Bien conocido en el cristianismo, se le menciona con frecuencia en el Nuevo Testamento. En la transfiguración de Cristo, Moisés representa la Ley. La obra de Moisés es el Pentateuco, la Thora, la Ley. Formuló el decálogo y medió en el pacto del Sinaí estableciendo una relación personal con Dios.

Personaje sagrado para los hebreos, se le considera el más grande de los profetas, al que nadie puede eclipsar salvo la figura de Jesucristo al que presagió.


Gracias maestro por tus enseñanzas.