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domingo, 31 de marzo de 2019

Sophia


“En general se creía que, al final del siguiente siglo, la próxima encarnación divina estaba a punto de venir a la tierra y que sería mujer; sería la llegada de la Sabiduría Divina o Teo-Sofía, y que la presente era sería la indicada para hacer conocer todo lo que se ha mantenido en secreto desde el principio” Lady Caithness, “The Mystery of the Ages” (1887)


El término “Sofía” como Sabiduría es muy antiguo. En hebreo, Sofía es Hochmah, y en griego, Sofía. La mejor descripción se encuentra en “La Sabiduría de Salomón”, escrita sobre los años 100-50 aC, en Alejandría, Egipto: “la Sabiduría brilla y nunca decae; es fácilmente distinguible para aquellos que la aman, y los que la buscan la encuentran. Se descubre rápidamente para aquellos que desean conocerla; el hombre que se levanta raudo en su búsqueda no se cansará en el intento, pues la encontrará sentada a su puerta”.

Una descripción anterior de Sabiduría aparece en el Libro de los Proverbios: “desde el principio, hace años, fui creada, antes del inicio de la Tierra”. La historiadora inglesa y feminista Asphodel Long ha resaltado que la Sabiduría es siempre femenina, y la compara con otras manifestaciones de Oriente Próximo de la Divinidad Femenina, incluida la diosa egipcia Isis, extensamente adorada en el mundo romano, la primitiva diosa semítica Astarte (Ishtar), las diosas helenísticas Rea y Atenea, y la antigua diosa hebrea Asherah.

En los primeros siglos de desarrollo de la iglesia cristiana, el significado de “Sofía” como Sabiduría fue tema de mucha controversia. En el siglo segundo de nuestra era, los gnósticos desarrollaron elaboradas mitologías sobre Sofía, pero estas fueron rechazadas por la tradición cristiana principal. La mayoría de los primeros escritores cristianos siguieron el ejemplo de Filo de Alejandría e identificaron Sofía con el Logos y por tanto, siguiendo el Nuevo Testamento, con la Divinidad de Jesucristo. 

Consecuentemente, durante casi mil años, el antiguo conocimiento de Sabiduría como la manifestación de la Divinidad Femenina desapareció, aunque historiadores modernos han identificado el tema de la sabiduría en las visiones de ciertos místicos: el filósofo romano del siglo sexto Boethius, y su visión de la Señora Philosophiae; la monja alemana del siglo doce Hildegard de Bingen (1098-1179), y sus extraordinarias visiones, una de las cuales repite la imaginería de Boethius; el sufí español Ibn al-Arabi (1165-1240), y sus visiones de Nizam; y el poeta italiano Dante Alighieri (1265-1321), y su musa, la joven Beatriz, en “La Divina Comedia”.


jueves, 1 de noviembre de 2018

Personaje del mes: Johann Sebastian Bach

Johann Sebastian Bach nació el 21 de marzo de 1685 en Eisenach (Turingia). Su familia era depositaria de una vasta tradición musical y había dado a lo largo de varias generaciones un buen plantel de compositores e intérpretes. Durante doscientos años, los antepasados de Bach ocuparon múltiples cargos municipales y cortesanos como organistas, violinistas cantores y profesores, aunque ninguno de ellos llegaría a alcanzar un especial renombre. Sin embargo, su apellido era en Turingia sinónimo de arte musical; hablar de los Bach era hablar de música.
Johann Sebastian siguió muy pronto la tradición familiar. Su padre, Johann Ambrosius, comprendió rápidamente que tenía ante sí a un niño especialmente dotado y consagró mucho tiempo a su enseñanza. El ambiente de la casa paterna era modesto, sin llegar a las estrecheces de la pobreza y, por supuesto, estaba impregnado de una profunda religiosidad y entregado a la música. Al cumplir Bach los nueve años murió su madre, Elisabeth, y, como era frecuente en la época, Johann Ambrosius volvió a casarse a los pocos meses para poder afrontar el cuidado de sus hijos. Pero tres meses después de la celebración de su segundo matrimonio, el 20 de febrero de 1694, también murió Johann Ambrosius, y la viuda solicitó ayuda al hijo mayor de su marido, Johann Christoph, ya entonces organista en Ohrdruf, quien se hizo cargo de sus dos hermanos más pequeños, Johann Jacob y Johann Sebastian, acogiéndolos en su casa y comprometiéndose a darles la obligada formación musical.
El niño era aplicado, serio e introvertido. Además de la música, sentía una viva inclinación por la lengua latina, cuya estructura rígida y lógica cuadraba perfectamente con su carácter, y por la teología. Estas materias, tamizadas por una intensa educación luterana, acabarían por modelar completamente su personalidad y convertirse en los sólidos fundamentos de su existencia y de su fuerza creadora. El propio Johann Christoph, que había sido discípulo de Pachelbel, se convirtió en maestro de órgano del niño.
No parece, sin embargo, que se diera plena cuenta de la genialidad de su hermano menor, si consideramos la famosa anécdota transmitida por el propio Bach a su hijo Carl Philipp Emmanuel: Johann Christoph prohibió al niño estudiar un libro que contenía las más famosas piezas para clave de su tiempo, con obras de Froberger, Kerll y Pachelbel, libro que Bach logró transcribir a escondidas, de noche y a la luz de la luna. Descubierto el «crimen», Johann Christoph destruyó la copia. La que iba a ser su segunda esposa y cronista de la familia, Anna Magdalena Wilcken, que también narra el episodio, afirma que Johann Sebastian se lo contó «sin manifestar el menor resentimiento contra la dureza de su hermano». Anna Magdalena era menos benévola y, llevada por su fidelidad y amor a Johann Sebastian, pretendía achacar la ceguera final del compositor al esfuerzo que realizó de niño, por haber transcrito aquellas partituras «prohibidas» a la sola luz de la luna.
Años de formación
Hasta que pudo desarrollar todas sus capacidades pasaron aún varios años de duro aprendizaje y preocupaciones cotidianas. Desaparecidos sus progenitores, el salario del hermano resultaba escaso y la casa demasiado pequeña para una familia cada vez más numerosa. Johann Christoph hizo ingresar a sus hermanos en el Gimnasium de Ohrdruf, donde Bach acabó el primer ciclo de estudios en 1700, con un adelanto de dos años sobre el resto de sus compañeros, recibiendo además un sueldo de diecisiete talegos al año (cantidad suficiente para pagar su manutención) como miembro del coro, donde cantaba con hermosa voz de soprano infantil. En marzo de 1700 el muchacho, que entonces contaba quince años de edad, marchó a Lüneburg, a 350 kilómetros de Ohrdruf, para ingresar en el coro de la Ritterakademie, con sueldo suficiente para su mantenimiento suplementario y hospedaje en el internado.
Este cambio supuso también la posibilidad de ampliar en extensión y profundidad sus conocimientos musicales. En Lüneburg recibió la benéfica influencia del Kantor, pero sobre todo la del organista titular, Georg Böhm. Desgraciadamente, a los pocos meses de su llegada le cambió la voz y tuvo que ganarse la vida como músico acompañante y profesor de violín. Su nueva situación, sin embargo, le permitió desplazarse libremente a Hamburgo para completar su formación con Adam Reincken, que, pese a su edad, era uno de los más reputados organistas en activo de su tiempo. También frecuentó la corte de Celle, en cuya orquesta tocó como violinista por invitación de Thomas de la Selle, familiarizándose entonces con los compositores y las formas musicales francesas.De esta época de actividad y entusiasmo data su primera cantata, género que frecuentaría a lo largo de su vida.
Una energía aparentemente ilimitada y una fortaleza anímica desbordante son los rasgos esenciales de la personalidad de Bach. Sin estos valores y sin su profunda religiosidad nunca hubiera podido soportar los duros golpes que el destino le tenía reservados. En 1702 terminó el segundo ciclo de estudios escolares, y determinó llegado el momento de aspirar a un puesto estable. Tras algunos frustrados intentos de ganar una plaza como organista, fue finalmente admitido en marzo de 1703 como violinista del duque de Weimar. Su gran religiosidad o sus dotes de organista le hicieron aspirar a otro puesto: el de organista en Arnstadt, cuyo decreto de nombramiento fue firmado por el conde Anton Günther el 9 de agosto de 1703. Johann Sebastian contaba dieciocho años.
Pero para las autoridades no era fácil tratar con un hombre impetuoso y excitable que despreciaba las normas establecidas y frecuentemente se mostraba colérico y caprichoso. Ya a los dieciocho años, mientras trabajaba como organista en Arnstadt, se había permitido el lujo de prolongar sus vacaciones durante dos meses: se encontraba en Lübeck escuchando extasiado al gran maestro Buxtehude y no estaba en absoluto dispuesto a renunciar a tan extraordinario placer. El consistorio de la ciudad se vio obligado a amonestarlo y aprovechó la oportunidad para hacerle algunos reproches referentes a su también poco sumisa actitud en materia musical: "El señor Bach suele improvisar muchas variaciones extrañas, mezcla nuevas notas en piezas escritas y la parroquia se siente confundida con sus interpretaciones".
Bach ignoró estos comentarios; Arnstadt tenía ya poco que ofrecerle y sus intereses se dirigían hacia otros objetivos. En primer lugar, pretendía establecerse y formar una familia, lo que hizo al casarse el 17 de octubre de 1707 con su sobrina María Bárbara, una joven vital y encantadora. Siete hijos fueron el producto de su feliz matrimonio. Ese mismo año, el ya entonces reputado ejecutante solicitó la plaza de organista en la pequeña ciudad de Mühlhausen (libre por la muerte de su titular), que obtuvo el 24 de mayo, con el no desdeñable sueldo de 85 guldens.
En la iglesia de San Blas, además de restaurar el órgano, organizar el coro, formar alumnos (entre ellos, a su devoto discípulo J. M. Schubert) y cumplir con sus funciones dominicales, Bach inició la composición de cantatas religiosas, la más importante de las cuales fue la titulada Actus tragicus. Su período de formación inicial parecía concluido. Tal vez ello fuese la razón principal que le movió a presentar su dimisión como organista de Mühlhausen, aunque los biógrafos suelen señalar otras más concretas: sobre todo, el conflicto musical-teológico que había dividido a los feligreses en dos bandos: los seguidores del pastor Frohne, pietista radical y enemigo de innovaciones musicales, y los del archidiácono Eilmar, amigo y protector de Bach, y padrino de su primer hijo. Es posible que, cogido entre dos fuegos, Johann Sebastian prefiriera dar a su carrera un cambio de rumbo al margen de unas tensiones teológicas que tan directamente le afectaban como responsable musical de la comunidad. Sus relaciones con las autoridades de Mühlhausen continuaron cordiales tras su dimisión en junio de 1708, y compuso para ellas una cantata en febrero de 1709, desgraciadamente desaparecida.

En las corte de Weimar
Bach consiguió el puesto de segundo Konzertmeister en Weimar (donde residiría entre 1708 y 1717), lo que le proporcionó la estabilidad necesaria para abordar la creación musical. Dio a luz una obra ingente para órgano y clave, además de música coral religiosa e instrumental profana. Debe recordarse, por ejemplo, que una de las obligaciones contraídas con el duque de Weimar era la de «ejecutar cada mes una composición nueva», lo que significaba una cantata original al mes.
Desgraciadamente, estos años vitales que marcaron un cambio de estilo en sus composiciones no pueden ser rastreados en detalle, pues sólo ha sido posible datar un número insignificante de sus creaciones. Es evidente, sin embargo, la decisiva influencia de las formas operísticas italianas y del estilo concertístico de Antonio Vivaldi. La crítica señala una evidente huella italiana en el ritornello de las cantatas 182 y 199, de 1714; las 31 y 161, de 1715; o las 70 y 147, de 1716. Las nuevas técnicas de repetición, literal o levemente modificada, también rindieron sus espléndidos frutos en las arias, conciertos, fugas y corales de este período, entre los que cabe destacar, muy especialmente, sus preludios corales, los primeros tríos para órgano y la mayoría de preludios y fugas y de tocatas para órgano.
En Weimar, Bach cumplía múltiples funciones: organista de la capilla, Kammermusicus, violín solista, director del coro y maestro suplente de capilla. Allí conoció y transcribió la obra de los compositores italianos (Corelli, Albinoni o Vivaldi), formó a alumnos, como su sobrino Johann Bernhard y Johann Tobias Krebs, y trabó una estrecha amistad con el maestro Johann Gottfried Walther, quien enriqueció su arte del contrapunto y de la coral. Allí, en suma, sacó adelante a su familia gracias a un sueldo que, entonces, podía calificarse de altísimo. En el momento de mudarse a Köthen tenía cuatro hijos (otros dos habían muerto poco después del parto): Catharina Dorothea, Wilhelm Friedemann, Carl Philipp Emmanuel y Johann Gottfried Bernhard.
La atmósfera de la corte, sin embargo, no estaba exenta de tensiones. El duque Wilhelm Ernst era un devoto pietista que intervenía personalmente en los aspectos más nimios del culto y para el que la composición y ejecución de la música sacra era una cuestión no sólo de fe, sino también de Estado. Y así, las intrigas teológico-palaciegas enfrentaron a Bach con el duque, quien llegó a encarcelar cuatro semanas al compositor cuando se enteró de que Bach había obtenido el nombramiento de maestro de capilla del príncipe Leopold de Köthen sin solicitar su autorización previa.
En Köthen
La estancia en Köthen (entre 1717 y 1723) fue más breve, probablemente porque el espíritu profundamente religioso de Bach aspiraba a una mayor dedicación a la música sacra. En cualquier caso, entre el príncipe Leopold de Köthen y el compositor nació una fructífera amistad y Bach pudo entregarse, en un clima acogedor y sosegado, a la creación de numerosas obras instrumentales y orquestales, entre las que destacan sus Conciertos de Brandemburgo, partitura cimera de la música barroca. Afortunadamente para la posteridad, disponía allí de un excelente conjunto instrumental completo, y a este período corresponden además las Sonatas y partitas, las cuatro Oberturas, las Invenciones para dos y tres voces y las Suites francesas. Acaso como compensación a sus obligaciones de compositor profano, compuso su primera pieza sacra de largo aliento: La pasión según San Juan.
De todas estas composiciones magistrales cabría destacar la primera parte de El clave bien temperado (una colección de preludios y fugas en todas las claves) por su sistemática exploración de la nueva sintaxis musical, que la crítica histórica ha calificado de «tonalidad funcional», y que habría de prevalecer los siguientes doscientos años. Pero la colección de El clave bien temperado también es memorable en tanto que compendio de formas y estilos populares que, pese a su variedad, aparecen homologados por la lógica rigurosa de la técnica compositiva de la fuga.
Fueron en total seis años de paz absoluta y fecundidad creativa lamentablemente interrumpidos por la tragedia. En julio de 1720, al regresar de uno de los frecuentes viajes realizados a instancias del príncipe, encontró su casa vacía y silenciosa: María Bárbara había muerto, fulminada por una desconocida dolencia, y, por temor a la peste, había sido rápidamente enterrada. Bach se sumió en un profundo abatimiento. Las fuerzas parecían haberlo abandonado y las musas sólo lo visitaban para inspirarle melancólicas notas que no osaba transcribir. Sólo una mujer podía sacarlo de su estupor y esa mujer fue Anna Magdalena Wilcken, hija menor del trompetista de la corte, Caspar Wilcken.
Cabe observar que, para la mentalidad y necesidades de un viudo de aquel tiempo, con cuatro hijos menores a su cargo, nada había de extraño en un rápido segundo matrimonio, que efectivamente recibió la aprobación general. Además, Anna Magdalena era una intérprete aventajada, bien dotada para el canto, que profesó toda su vida una ejemplar devoción por Johann Sebastian, convirtiéndose con el tiempo en la cronista de la familia Bach; están en deuda con ella todos los biógrafos posteriores. Supo comprender y compartir el complejo mundo espiritual de su marido y lo ayudó como eficiente copista de sus partituras. La boda se celebró en 1721. Fue otro matrimonio feliz del que nacerían trece hijos; el benjamín fue Johann Christian, el músico cuyas composiciones tanto influirían en el primer Mozart. Por segunda vez en su vida Bach tuvo la fortuna de encontrar una compañera ideal.
Kantor de Leipzig
Poco después, la unión del príncipe de Köthen con una mujer completamente desinteresada por la música provocó el distanciamiento entre el maestro y su protector. La muerte del Kantor de Leipzig en 1722 le brindó al compositor la esperada oportunidad para dedicarse a la composición sacra. La obtención de la plaza no le resultó fácil: fue primero concedida a Telemann, luego a Graupner y sólo en tercer lugar a Johann Sebastian. Para conseguirla, Bach tuvo que aceptar gravosas condiciones, no tanto económicas cuanto laborales, pues, además de sus funciones religioso-musicales en las iglesias de Santo Tomás y de San Nicolás, debía hacerse cargo de tareas pedagógicas en la escuela de Santo Tomás (entre ellas la enseñanza del latín), que le produjeron notables sinsabores. Sabemos que, entre sus compromisos, estaba el de que la música interpretada los domingos incitara «a los oyentes a la devoción» y no fuera «de carácter teatral».
El puesto de Kantor no significaba, pues, un efectivo progreso en su carrera. Estaba obligado a proporcionar la música necesaria para los oficios de varias iglesias de la ciudad valiéndose de un coro formado por alumnos de la escuela, lo cual significaba que cada domingo estaba obligado a presentar una nueva cantata compuesta por él: el resultado fueron un total de doscientas noventa y cinco piezas religiosas, de las que sólo han llegado hasta nosotros ciento noventa a causa de la negligencia de sus herederos. Además, debía dirigir el coro de los alumnos y dar lecciones a los jóvenes estudiantes como un profesor más.
Esta situación no podía satisfacer a un hombre como él. Resultaba ultrajante que las autoridades ignorasen sus facultades y lo despreciasen como innovador. Durante veinte años, Bach no cesó de luchar contra semejante injusticia. Colérico como era, se enfrentó sistemáticamente a sus aburguesados superiores, quienes pretendieron hacer de él un dócil asalariado e incluso se permitieron castigar su obstinación y su arrolladora originalidad recortando en más de una ocasión sus retribuciones. Los esfuerzos del compositor por cambiar este estado de cosas resultaron baldíos; decepcionado, se convirtió en un ser amargado y pendenciero, cada vez más alejado de sus semejantes y refugiado en sí mismo y en su música.
Sólo su vida familiar era una fuente sólida de mínimas alegrías y de la necesaria estabilidad. Siempre respaldado por su mujer y por una íntima certidumbre en la validez de su genio, pudo hacer frente a las adversidades sin perder ni un ápice de su poder creativo ni caer víctima de la apatía. Infatigable ante sus obligaciones como padre y como músico, Bach nunca desatendió a ninguno de sus hijos, ni interrumpió la ardua tarea de ampliar sus conocimientos copiando y profundizando en las partituras de sus antepasados.
A pesar de todo, el de Leipzig (de 1723 hasta su muerte) fue el más glorioso y fructífero período de la vida del compositor, con una producción de, al menos, tres ciclos de cantatas; en ellas, sin abandonar el contrapunto, se despojó de toda retórica, esforzándose en representar musicalmente la palabra. En 1724 y 1727 estrenó respectivamente La pasión según San Juan (escrita en Köthen) y La pasión según San Mateo. Fue también el esplendoroso período del Magnificat en re bemol mayor (1723), el Oratorio de Pascua (1725), el de Navidad (1734), y el de la Ascensión (1735). En 1733 inició la composición de la magistral Misa en si menor para acompañar la solicitud en la que aspiraba a obtener del elector Augusto III el título de compositor de la corte de Sajonia. Tres años después lograba su propósito, lo que le recompensó por los sinsabores anteriores y sirvió para mortificar a cuantos lo habían hecho objeto de sus desdenes. Comenzaba la última etapa de su vida, que sería también la más plácida.
Bach era miope desde su nacimiento. Con el transcurrir de los años, el estado de sus ojos se había ido deteriorando poco a poco a causa de miles de interminables noches de trabajo pasadas bajo la insuficiente luz de unos pobres candiles. Dos operaciones no consiguieron mejorar su visión: después de la segunda, realizada por un médico inglés en Leipzig, perdió la vista casi por completo. Las fuertes medicaciones a las que se habituó contribuyeron a quebrantar la resistencia y la salud de un cuerpo que había sido robusto y vigoroso. Pero continuó creando y alcanzó nuevas cimas en su arte, como las Variaciones Goldberg o la segunda parte de El clave bien temperado, terminada en 1744.
Un año antes de su muerte le iba a alcanzar el mismo destino que estaba reservado a otro genio como él, el famoso Haendel: la ceguera total. Pero una vez más, antes de que la noche eterna le encadene para siempre a su cama, Bach vivirá un momento estelar cuando al fin alguien reconozca su poderoso talento y su maestría: el joven rey de Prusia Federico II. En diversas ocasiones este soberano había expresado su deseo de encontrarse con el conocido compositor. La ocasión llegó en la primavera de 1747. Un lluvioso día de abril Bach emprendió titubeando el camino hacia Potsdam en compañía de uno de sus hijos y se hizo anunciar en el palacio de Federico en el momento en que se interpretaba un concierto de flautas compuesto por el propio soberano.
Su Majestad interrumpió inmediatamente la música y salió para recibir calurosamente al recién llegado. Tras enseñarle el palacio y platicar brevemente con Bach sobre temas musicales, el rey quiso maliciosamente someter a su invitado a una pequeña prueba: con una flauta, que era su instrumento preferido, atacó un tema de poco fuste y lo retó a que lo desarrollara según las reglas del contrapunto. En breves instantes, Bach compuso una fuga de seis voces perfecta y maravillosa, ejecutándola a continuación. El rey escuchó admirado aquellas armonías que se diría que estaban hechas para los oídos de los ángeles y, al término de la interpretación, únicamente pudo exclamar una y otra vez: "Sólo hay un Bach... Sólo hay un Bach."
Feliz por este encuentro regresó Bach a Leipzig, ciudad que ya no abandonaría hasta su muerte. Su energía y su espíritu creativo estaban aún intactos, pero su vista se extinguía y su salud le exigía cuidados. El genio luchó en vano contra su fin próximo. Empleó sus últimos días en cumplir sus obligaciones familiares y profesionales con la máxima diligencia posible, aunque no renunció por ello a su vocación musical y desde su lecho de muerte dictó El arte de la fuga.
Un ataque de apoplejía puso fin a su vida el día 28 de julio de 1750. Lo rodeaban sus familiares y su alma grandiosa abandonó sin dolor alguno el cuerpo del que había sido un simple mortal casi ignorado por sus semejantes. Dejaba a su muerte un valioso legado a la posteridad: una ingente obra religiosa y numerosas piezas profanas; un corpus que, en definitiva, se ha erigido en ley de toda la producción musical posterior. Años después, en una conversación con Mendelssohn, Goethe fue capaz de concentrar en una sola frase admirativa cuanto hay de mágico en la música de Johann Sebastian Bach: "Es como si la armonía universal estuviera dialogando consigo misma, como si lo hubiera hecho en el pecho de Dios desde la creación del mundo."

Extraído de Biografias y Vidas

sábado, 6 de octubre de 2018

Baño de pies

El baño de pies es una técnica que se ha utilizado durante siglos por los seres humanos pues se ha demostrado que genera una sensación de bienestar y descanso. En Sahaja Yoga se propone esta técnica como mecanismo de limpieza del sistema sutil pues el agua y la sal tienen la propiedad de absorber la energía negativa que en muchas ocasiones puede perturbarnos de diferentes formas (cansancio, pensamientos y emociones negativas, etc) por lo cual es recomendable hacerlo en la noche antes de dormir y de esta forma lograr tener una mejor calidad de sueño. A continuación les compartimos una forma sencilla de realizar esta técnica:

1.      Busque un platón y úselo exclusivamente para el baño de pies. Un platón plástico servirá. Llénelo con agua tibia suficiente para cubrir los tobillos y añádale un puñado de sal. Coloque una jarra adicional de agua (sin sal) y una toalla junto a usted.
2.      Siéntese tranquilamente por unos minutos solo mirando la llama de una vela. Luego, cuando se empiece a sentir mejor, cierre los ojos y dirija la atención hacia su interior.
3.      Deje que sus pensamientos se desvanezcan. Si llegan pensamientos, no los siga. Encuentre el espacio entre los pensamientos y manténgase en el presente.
4.      Medite durante 10-15 minutos.
5.      Después de la meditación, lave sus pies con el agua limpia de la jarra y seque bien sus pies con una toalla. Vierta el agua del platón en el inodoro y lave el platón con agua limpia.


martes, 2 de octubre de 2018

Personaje del mes: Einstein


Albert Einstein nació en la ciudad bávara de Ulm el 14 de marzo de 1879. Fue el hijo primogénito de Hermann Einstein y de Pauline Koch, judíos ambos, cuyas familias procedían de Suabia. Al siguiente año se trasladaron a Munich, en donde el padre se estableció, junto con su hermano Jakob, como comerciante en las novedades electrotécnicas de la época.

El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, y tuvo un desarrollo intelectual lento. El propio Einstein atribuyó a esa lentitud el hecho de haber sido la única persona que elaborase una teoría como la de la relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los problemas que plantean el espacio y el tiempo, pues considera que todo lo que hay que saber al respecto lo conoce ya desde su primera infancia. Yo, por el contrario, he tenido un desarrollo tan lento que no he empezado a plantearme preguntas sobre el espacio y el tiempo hasta que he sido mayor».

En 1894, las dificultades económicas hicieron que la familia (aumentada desde 1881 con el nacimiento de una hija, Maya) se trasladara a Milán; Einstein permaneció en Munich para terminar sus estudios secundarios, reuniéndose con sus padres al año siguiente. En el otoño de 1896 inició sus estudios superiores en la Eidgenossische Technische Hochschule de Zúrich, en donde fue alumno del matemático Hermann Minkowski, quien posteriormente generalizó el formalismo cuatridimensional introducido por las teorías de su antiguo alumno.



LA RELATIVIDAD

Durante 1905, publicó cinco trabajos en los Annalen der Physik: el primero de ellos le valió el grado de doctor por la Universidad de Zúrich, y los cuatro restantes acabarían por imponer un cambio radical en la imagen que la ciencia ofrece del universo. De estos cuatro, el primero proporcionaba una explicación teórica en términos estadísticos del movimiento browniano (así llamado en honor a su descubridor, Robert Brown), y el segundo daba una interpretación del efecto fotoeléctrico basada en la hipótesis de que la luz está integrada por cuantos individuales, más tarde denominados fotones. Los dos trabajos restantes sentaban las bases de la teoría restringida de la relatividad, estableciendo la equivalencia entre la energía E de una cierta cantidad de materia y su masa m en términos de la famosa ecuación E = mc², donde c es la velocidad de la luz, que se supone constante.
El esfuerzo de Einstein lo situó inmediatamente entre los más eminentes de los físicos europeos, pero el reconocimiento público del verdadero alcance de sus teorías tardó en llegar; el Premio Nobel de Física, que recibió en 1921, le fue concedido exclusivamente «por sus trabajos sobre el movimiento browniano y su interpretación del efecto fotoeléctrico». En 1909 inició su carrera de docente universitario en Zúrich, pasando luego a Praga y regresando de nuevo a Zúrich en 1912 para ser profesor del Politécnico, en donde había realizado sus estudios.
En 1914 pasó a Berlín como miembro de la Academia de Ciencias prusiana. El estallido de la Primera Guerra Mundial le forzó a separarse de su familia (por entonces de vacaciones en Suiza), que ya no volvió a reunirse con él. Contra el sentir generalizado de la comunidad académica berlinesa, Einstein se manifestó por entonces abiertamente antibelicista, influido en sus actitudes por las doctrinas pacifistas de Romain Rolland.

En el plano científico, su actividad se centró, entre 1914 y 1916, en el perfeccionamiento de la teoría general de la relatividad, basada en el postulado de que la gravedad no es una fuerza sino un campo creado por la presencia de una masa en el continuum espacio-tiempo. La confirmación de sus previsiones llegó en 1919, al fotografiarse el eclipse solar del 29 de mayo; The Times lo presentó como el nuevo Newton y su fama internacional creció, forzándole a multiplicar sus conferencias de divulgación por todo el mundo y popularizando su imagen de viajero de la tercera clase de ferrocarril, con un estuche de violín bajo el brazo.

HACIA UNA TEORÍA UNIFICADORA

Durante la siguiente década, Einstein concentró sus esfuerzos en hallar una relación matemática entre el electromagnetismo y la atracción gravitatoria, empeñado en avanzar hacia el que, para él, debía ser el objetivo último de la física: descubrir las leyes comunes que, supuestamente, habían de regir el comportamiento de todos los objetos del universo, desde las partículas subatómicas hasta los cuerpos estelares, y agruparlas en una única teoría "de campo unificado". Tal investigación, que ocupó el resto de su vida, resultó infructuosa y acabó por acarrearle el extrañamiento respecto del resto de la comunidad científica. A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se vio agravada por la necesidad de renunciar a la ciudadanía alemana y trasladarse a Estados Unidos; Einstein pasó los últimos veinticinco años de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton (Nueva Jersey), ciudad en la que murió el 18 de abril de 1955.

Einstein dijo una vez que la política poseía un valor pasajero, mientras que una ecuación valía para toda la eternidad. En los últimos años de su vida, la amargura por no hallar la fórmula que revelase el secreto de la unidad del mundo hubo de acentuarse por la necesidad que sintió de intervenir dramáticamente en la esfera de lo político. En 1939, a instancias de los físicos Leo Szilard y Eugene Paul Wigner, y convencido de la posibilidad de que los alemanes estuvieran en condiciones de fabricar una bomba atómica, se dirigió al presidente Roosevelt instándole a emprender un programa de investigación sobre la energía atómica.

Después de que las explosiones de Hiroshima y Nagasaki pusieran fin a la Segunda Guerra Mundial, Einstein se unió a los científicos que buscaban la manera de impedir el uso futuro de la bomba y propuso la formación de un gobierno mundial a partir del embrión constituido por las Naciones Unidas. Pero sus propuestas en pro de que la humanidad evitara las amenazas de destrucción individual y colectiva, formuladas en nombre de una singular amalgama de ciencia, religión y socialismo, recibieron de los políticos un rechazo comparable a las críticas respetuosas que suscitaron entre los científicos sus sucesivas versiones de la idea de un campo unificado.

Albert Einstein sigue siendo una figura mítica de nuestro tiempo; más, incluso, de lo que llegó a serlo en vida, si se tiene en cuenta que aquella fotografía suya en que exhibe un insólito gesto de burla (sacando la lengua en una cómica e irreverente expresión) se ha visto elevada a la dignidad de icono doméstico después de ser convertida en un póster tan habitual como los de los ídolos de la canción y los astros de Hollywood. Sin embargo, no son su genio científico ni su talla humana los que mejor lo explican como mito, sino, quizás, el cúmulo de paradojas que encierra su propia biografía, acentuadas con la perspectiva histórica. Al Einstein campeón del pacifismo se le recuerda aún como al «padre de la bomba»; y todavía es corriente que se atribuya la demostración del principio de que «todo es relativo» precisamente a él, que luchó encarnizadamente contra la posibilidad de que conocer la realidad significara jugar con ella a la gallina ciega.

Tomado de www.biografiasyvidas.com

lunes, 3 de septiembre de 2018

Seminario Internacional: “Una Nueva Era, Sacrificio, Libertad, Ascenso”.

Extracto sobre la vida de Gandhi
...En este país(India) tuvimos la lucha por la libertad. Yo formé parte de ello. Mis padres también participaron. Éramos gente rica, yo diría que bastante rica, de todos los niveles. Os sorprenderá saber que mi padre quemó todos sus trajes, que habían sido confeccionados en Inglaterra. Mi madre quemó todos sus saris. Solían tejer sus propias ropas y eso es lo que vestían. Mi padre sacrificó todo, hasta el último penique, en la lucha por la libertad. No dejó nada para nosotros, ni un solo… Aunque por supuesto debo decir que, siendo nuestra familia rica, teníamos plata y oro y todo esto. Pero todo el dinero en metálico fue gastado. Y toda la plata y el oro nos lo quitaron los ingleses y nos lo devolvieron cuando se marcharon. Gracias a eso nos quedó algo de plata y oro en la familia.
Todas nuestras posesiones materiales fueron robadas. Vivíamos en casas muy bonitas y tuvimos que mudarnos a chozas. Nos sacrificamos al máximo. Y nos sentíamos muy felices con ello, muy orgullosos. Solo teníamos dos mudas; lavábamos nuestras ropas, vivíamos como gente muy pobre durmiendo sobre esterillas como estas. Recuerdo que nunca usé almohada. Durante décadas no usé sandalias. Solo tuve un jersey de buena calidad y hasta que pasé a la universidad de medicina, siempre tuve ese jersey conmigo. Solo tuve un abrigo durante toda mi educación. Cuando fui a Lahore -que es un lugar muy frío, a veces puede ser igual que Londres- estaba gastado y roto. Pero nunca nos quejamos ni nos enfadamos, nunca dije: “Nuestro padre debería haber cuidado mejor de nosotros. ¿Por qué ha sacrificado todo por la nación?” ¡Nunca, nunca, nunca! E incluso hoy día, cuando nos ven en cualquier parte, todos saben que somos los hijos de un gran hombre. Tienen un tremendo respeto por nosotros.
Esta cualidad fue creada por Mahatma Gandhi. Él cambió a todo el mundo a una nueva personalidad capaz de tremendos sacrificios. No podéis imaginaros cómo vivía la gente. Todo el dinero que teníamos, todo lo que teníamos, todas las comodidades, los medios de transporte, las casas, todo fue entregado. No solo por mi padre, sino por muchos otros también. De otro modo no podríamos haber conseguido la liberación. Para conseguir nuestra liberación este país sacrificó mucho.
Y después de aquello, nosotros estamos aquí para conseguir nuestra liberación, para conseguir la liberación de nuestro Espíritu. Para liberar a nuestro Espíritu de la avaricia, de la lujuria, de nuestro mal humor, de nuestros condicionamientos, de nuestro terrible ego y de la esclavitud del cuerpo a las comodidades. Debo decir que Gandhiji tenía un encanto especial. No sé cómo pudo conseguirlo. Era como el toque de Midas, a todo aquel que tocaba lo transformaba. Y era un hombre muy estricto, aunque muy amable conmigo y con los niños. Pero era extremadamente estricto, no toleraba ninguna tontería en absoluto.
Si estudiáis a través de la historia el modo en que esta gente se educó, no solo para la liberación o para la independencia, sino con anterioridad a eso, también para la vida espiritual, en todas partes hay un punto en común que es el sacrificio. Y la conciencia de que se está haciendo algo importante, de que se es parte de la totalidad, de algo muy grande, de un gran trabajo, de una causa muy noble. Y también había otro punto en común entre todos ellos y es que, esta noble causa, la realización de esta causa noble les hacía sacrificarse de un modo muy sahaja. A veces, incluso más que los sahaja yoguis, que han conseguido tanto en Sahaja Yoga. Han conseguido su gozo y su Espíritu. Y yo lo he visto con mis propios ojos. Gente en este país a los que podríais llamar legendarios, pero yo los he visto. Miles de personas fueron asesinadas y masacradas. Muchos niños murieron. Nadie lloró, nadie derramó lágrimas. El mero hecho de sentir que uno pertenece a una causa tan noble os da el gozo y el sentimiento de implicación.
Además vi en Mahatma Gandhi y en otras personas, en su comportamiento, que no permitían entrar a cualquiera. A cualquier persona que hiciera incluso una pequeña falta, ya fuese el hijo de un rey o la hija de cualquiera. Con cualquier pequeña cosa que estropearan, eran expulsados. Yo estuve en el ashram de Gandhi, de modo que sé cómo es. Por eso sé cómo vivir una vida rigurosa. Es un entrenamiento. Todos los niños de más de doce años tenían que limpiar el ashram todas las mañanas, que creo que medía alrededor de cincuenta acres. Tenían que limpiar sus letrinas y las letrinas de los invitados. Yo misma las limpiaba. Y solo se les permitían dos prendas de vestir. Y no se podía guardar nada, ni siquiera se podía ver ni un papel ni una pizca de basura por ninguna parte. Todo estaba muy limpio, pulcro. Y las chozas en las que vivían estaban muy limpias y organizadas. Estaban hechas con boñigas de vaca. Todas ellas. Todo el mundo tenía que bañarse a las cuatro de la mañana con agua fría; ya fuese Jawaharlal Nehru o Abul Kalm Azad, mi padre, cualquier persona de cualquier edad o los niños. Y a las cinco de la mañana Mahatma Gandhi daba su charla.
SHRI MATAJI, 1985

sábado, 1 de septiembre de 2018

Personaje del mes: Gandhi




Mohandas Karamchand Gandhi nació el 2 de octubre de 1869 en Porbandar, India. Gandhi ayudó a la liberación del pueblo indio del gobierno colonial inglés a través de la resistencia pacífica y es honrado por su gente como el Padre del la Nación India.

Los indios le llamaron Mahatma”, que significa Alma Grande. A la edad de 13 años se casó con Kasturba, una niña de su misma edad. El matrimonio fue arreglado por sus padres.

Los Gandhi tuvieron cuatro hijos. Gandhi estudió leyes en Londres y volvió a India en 1891 para ejercer su profesión. En 1893 aceptó un contrato de un año para trabajar como abogado en Sudáfrica que, en esta época, estaba también bajo la dominación británica.

Desarrollo de la no-violencia

Cuando intentó reclamar sus derechos como ciudadano inglés fue avasallado y pronto vio que todos los indios sufrían idéntico tratamiento. Gandhi se quedó en Sudáfrica 21 años luchando por los derechos del pueblo indio.

Desarrolló un método de acción social directa basado en los principios de la valentía, la no-violencia y la
verdad llamados Satyagraha. Satyagraha promovía la no-violencia y la desobediencia civil como los métodos más apropiados para alcanzar objetivos políticos y sociales.

Es lo opuesto al “ojo por ojo” que, a la larga, “deja ciego a todo el mundo.” “La no-violencia no es una vestimenta que uno se pone y quita a su voluntad. Su sede se encuentra en el corazón y debe ser una parte inseparable de nuestro Ser.

En cuanto animal, el hombre es violento, pero en cuanto Espíritu, es no-violento. Apenas empieza a despertar a las exigencias de ese Espíritu, que habita en él, le resulta imposible continuar siendo violento.”

Sobre la desobediencia civil dijo:”La desobediencia tiene que ser sincera, respetuosa, mesurada y carente de cualquier recelo”.


En 1915 Gandhi retornó a India. En 15 años se convirtió en el líder del movimiento nacionalista indio.
Utilizando los postulados de la Satyagraha dirigió la campaña por la independencia de India (de la dominación inglesa).”Estoy dispuesto a sacrificar todo por mi país, excepto dos cosas y solamente estas dos: la Verdad y la No-violencia.

El ayuno como método para lograr la paz

Gandhi fue arrestado muchas veces por los británicos debido a sus actividades en Sudáfrica y la India. Creía que era honorable ir a la cárcel por una causa justa. En conjunto pasó siete años en prisión debido a sus actividades políticas. Más de una vez, Gandhi recurrió al ayuno para impresionar a la gente sobre la necesidad de ser No-violento.

India alcanzó la independencia en 1947 y se dividió en dos países: India y Pakistán; esta división fue la causa del comienzo de los enfrentamientos entre hindúes y musulmanes.

Gandhi había abogado por una India unida donde hindúes y musulmanes pudieran vivir en paz. El 13 de enero de 1948, a la edad de 78 años, comenzó un ayuno con el propósito de detener el derramamiento de sangre.

Tras 5 días, los líderes de ambas facciones se comprometieron a detener la lucha y Gandhi abandonó el ayuno. Doce días más tarde fue asesinado por un fanático hindú que se oponía a su programa de tolerancia hacia todos los credos y religiones.

”Creo en el mensaje de Verdad que nos traen los fundadores de todas las religiones del mundo... creo en la unidad absoluta de Dios y, por consiguiente, también en la de la humanidad. No importa que tengamos muchos cuerpos. Sólo tenemos un alma.”
El ejemplo de Gandhi inspiró al reverendo Martin Luther King durante los años 60, en EE.UU., para la resistencia pasiva por los derechos civiles de los ciudadanos negros. También fue asesinado.

El desarrollo espiritual en el hombre

Gandhi se definió a sí mismo como un hombre religioso, un hombre de oración. Para él, el silencio era una necesidad física y espiritual: Abstenerse del alimento es necesario para mantener saludable el cuerpo, sin embargo no es posible abstenerse de la oración.”

El desarrollo espiritual de una persona pasa por buscar la Verdad: “Verdad en los pensamientos, Verdad en la palabra y Verdad en cada acción”. “Proclamo ser un apasionado buscador de la Verdad, que no es más que otro nombre para Dios. En el transcurso de esa búsqueda vino hacia mí el descubrimiento de la No-violencia. Su expansión es mi misión en la vida.”

Gandhi era consciente de que incluso el trabajo de una persona por su evolución espiritual es importante para toda la humanidad: “Si solo un hombre avanza un paso en la existencia espiritual, toda la humanidad se beneficia de ello”.

Siempre intentó que su vida reflejara sus principios espirituales: “La propagación de la Verdad y la No violencia pueden realizarse mejor viviendo realmente tales principios que divulgándolos a través de libros”.

Visión transformadora

Mantuvo una visión transformadora de la realidad individual y social. Para él no había diferencia entre religión y política: ”Quienes afirman que la religión no tiene nada que ver con la política, no conocen el significado de la religión”.

No podía concebir las desigualdades: “Debiéramos avergonzarnos de descansar o de disponer de una comida completa mientras haya un hombre o una mujer, físicamente apto, sin trabajo o sin alimento”.

Para hacer factible la convivencia, proclamó: “La regla de oro para la convivencia es la tolerancia mutua, ya que nunca pensaremos todos de la misma manera y siempre veremos la verdad fragmentariamente y desde distintas perspectivas”.

Creía que la verdadera democracia sólo podía ser el resultado de la No-violencia. Para Gandhi el modo de comportarse de la gente vale más que lo que consiguen.

Sobre las mujeres dijo: “Hombre y mujer son fundamentalmente uno. Ambos viven la misma vida y tienen idénticos sentimientos. En ambos el Espíritu es el mismo.”

Humildad y disciplina

Posiblemente la característica más destacable de su carácter fue su voluntad indomable; para él, la disciplina y las restricciones auto-impuestas, es lo que diferencia a los seres humanos de los animales.
Nunca quiso que se estableciera una secta o grupo de seguidores suyos: “No existe el gandhismo”.
Fue una persona muy humilde: “Lo que hago puede ser realizado por todos porque no soy sino un mortal común, sujeto a las mismas tentaciones y propenso a las mismas debilidades”.

Estas últimas palabras resumen la personalidad de Gandhi:
No quiero renacer. Si ello debiera suceder, me gustaría encontrarme entre los agobiados intocables hindúes para compartir sus preocupaciones, sus sufrimientos y las afrentas que les asestan. De ese modo, tal vez se me ofreciese la ocasión de liberarlos y liberarme de esa miserable condición”.