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lunes, 3 de septiembre de 2018

Seminario Internacional: “Una Nueva Era, Sacrificio, Libertad, Ascenso”.

Extracto sobre la vida de Gandhi
...En este país(India) tuvimos la lucha por la libertad. Yo formé parte de ello. Mis padres también participaron. Éramos gente rica, yo diría que bastante rica, de todos los niveles. Os sorprenderá saber que mi padre quemó todos sus trajes, que habían sido confeccionados en Inglaterra. Mi madre quemó todos sus saris. Solían tejer sus propias ropas y eso es lo que vestían. Mi padre sacrificó todo, hasta el último penique, en la lucha por la libertad. No dejó nada para nosotros, ni un solo… Aunque por supuesto debo decir que, siendo nuestra familia rica, teníamos plata y oro y todo esto. Pero todo el dinero en metálico fue gastado. Y toda la plata y el oro nos lo quitaron los ingleses y nos lo devolvieron cuando se marcharon. Gracias a eso nos quedó algo de plata y oro en la familia.
Todas nuestras posesiones materiales fueron robadas. Vivíamos en casas muy bonitas y tuvimos que mudarnos a chozas. Nos sacrificamos al máximo. Y nos sentíamos muy felices con ello, muy orgullosos. Solo teníamos dos mudas; lavábamos nuestras ropas, vivíamos como gente muy pobre durmiendo sobre esterillas como estas. Recuerdo que nunca usé almohada. Durante décadas no usé sandalias. Solo tuve un jersey de buena calidad y hasta que pasé a la universidad de medicina, siempre tuve ese jersey conmigo. Solo tuve un abrigo durante toda mi educación. Cuando fui a Lahore -que es un lugar muy frío, a veces puede ser igual que Londres- estaba gastado y roto. Pero nunca nos quejamos ni nos enfadamos, nunca dije: “Nuestro padre debería haber cuidado mejor de nosotros. ¿Por qué ha sacrificado todo por la nación?” ¡Nunca, nunca, nunca! E incluso hoy día, cuando nos ven en cualquier parte, todos saben que somos los hijos de un gran hombre. Tienen un tremendo respeto por nosotros.
Esta cualidad fue creada por Mahatma Gandhi. Él cambió a todo el mundo a una nueva personalidad capaz de tremendos sacrificios. No podéis imaginaros cómo vivía la gente. Todo el dinero que teníamos, todo lo que teníamos, todas las comodidades, los medios de transporte, las casas, todo fue entregado. No solo por mi padre, sino por muchos otros también. De otro modo no podríamos haber conseguido la liberación. Para conseguir nuestra liberación este país sacrificó mucho.
Y después de aquello, nosotros estamos aquí para conseguir nuestra liberación, para conseguir la liberación de nuestro Espíritu. Para liberar a nuestro Espíritu de la avaricia, de la lujuria, de nuestro mal humor, de nuestros condicionamientos, de nuestro terrible ego y de la esclavitud del cuerpo a las comodidades. Debo decir que Gandhiji tenía un encanto especial. No sé cómo pudo conseguirlo. Era como el toque de Midas, a todo aquel que tocaba lo transformaba. Y era un hombre muy estricto, aunque muy amable conmigo y con los niños. Pero era extremadamente estricto, no toleraba ninguna tontería en absoluto.
Si estudiáis a través de la historia el modo en que esta gente se educó, no solo para la liberación o para la independencia, sino con anterioridad a eso, también para la vida espiritual, en todas partes hay un punto en común que es el sacrificio. Y la conciencia de que se está haciendo algo importante, de que se es parte de la totalidad, de algo muy grande, de un gran trabajo, de una causa muy noble. Y también había otro punto en común entre todos ellos y es que, esta noble causa, la realización de esta causa noble les hacía sacrificarse de un modo muy sahaja. A veces, incluso más que los sahaja yoguis, que han conseguido tanto en Sahaja Yoga. Han conseguido su gozo y su Espíritu. Y yo lo he visto con mis propios ojos. Gente en este país a los que podríais llamar legendarios, pero yo los he visto. Miles de personas fueron asesinadas y masacradas. Muchos niños murieron. Nadie lloró, nadie derramó lágrimas. El mero hecho de sentir que uno pertenece a una causa tan noble os da el gozo y el sentimiento de implicación.
Además vi en Mahatma Gandhi y en otras personas, en su comportamiento, que no permitían entrar a cualquiera. A cualquier persona que hiciera incluso una pequeña falta, ya fuese el hijo de un rey o la hija de cualquiera. Con cualquier pequeña cosa que estropearan, eran expulsados. Yo estuve en el ashram de Gandhi, de modo que sé cómo es. Por eso sé cómo vivir una vida rigurosa. Es un entrenamiento. Todos los niños de más de doce años tenían que limpiar el ashram todas las mañanas, que creo que medía alrededor de cincuenta acres. Tenían que limpiar sus letrinas y las letrinas de los invitados. Yo misma las limpiaba. Y solo se les permitían dos prendas de vestir. Y no se podía guardar nada, ni siquiera se podía ver ni un papel ni una pizca de basura por ninguna parte. Todo estaba muy limpio, pulcro. Y las chozas en las que vivían estaban muy limpias y organizadas. Estaban hechas con boñigas de vaca. Todas ellas. Todo el mundo tenía que bañarse a las cuatro de la mañana con agua fría; ya fuese Jawaharlal Nehru o Abul Kalm Azad, mi padre, cualquier persona de cualquier edad o los niños. Y a las cinco de la mañana Mahatma Gandhi daba su charla.
SHRI MATAJI, 1985

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