Buscar este blog

martes, 16 de agosto de 2016

El hijo de Abraham

Durante años Abraham anhela un hijo que no llega (vive en una sociedad patriarcal) e incluso llega a pensar que el vientre de Sarah pudiera estar cerrado.

Tras la manifestación de Dios a Sarah de que tendría un hijo, Isaac, el primer hijo legítimo de Abraham nace cuando éste tiene 100 años.

Capítulo 18 del Génesis Promesa del nacimiento de Isaac

18:9 Y le dijeron: “¿Dónde está Sara tu mujer?” Y él respondió: “Aquí en la tienda”.

18:10 Entonces dijo: “De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara, tu mujer, tendrá un hijo.” Y Sara, que estaba detrás de él, escuchaba a la puerta de la tienda.

18:11 Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres.

18:12 Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: “¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?”

18:13 Entonces Jehová dijo a Abraham: “¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?”

18:14 “¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo.”

18:15 Entonces Sara negó, diciendo llena de miedo: “No me reí”. Y él dijo: “No es así, sino que te has reído.”

Tiempo después, Dios ordena a Abraham que sacrifique a Isaac como prueba de fe. Que vaya a lo alto de una montaña y que sacrifique a su único hijo. Abraham dispuso todo lo necesario para sacrificar a Isaac, que en su ignorancia preguntaba dónde estaba el cordero a ser sacrificado en el altar que habían preparado y, justo en el momento de la ejecución, Dios le detuvo y le proveyó de un cordero. Tan solo se trataba de una prueba para ver cuanta devoción y fe había en él.

Si Dios no hubiera detenido a Abraham éste hubiera matado a su hijo sólo porque Dios así se lo había pedido. Sin embargo, y gracias a la incuestionable entrega de Abraham, Dios dejó la vida a Isaac y recompensó a Abraham con una renovación de su promesa.

Por la fe, Abraham sale victorioso de esta prueba. Una prueba dramática que comprometía directamente su fe. Incluso en el instante, humanamente trágico, en que estaba a punto de infligir el golpe mortal a su hijo, Abraham no dejó de creer. Más aún, su fe en la promesa alcanzó entonces su culmen. Pensaba: ”Dios es poderoso aún para resucitarlo de entre los muertos”. Eso pensaba este padre probado, humanamente hablando, por encima de toda medida. Y su fe, su abandono total en Dios, no le defraudó. Está escrito: “Por eso lo recobró” (Hb 11, 19). Recobró a Isaac, puesto que creyó en Dios plenamente y de forma incondicional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario