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viernes, 1 de junio de 2018
Personaje del mes: William Blake
William Blake nació en Londres en 1757, tercero de tres hijos. Sus primeras visiones, hacia los ocho o diez años (Ezequiel subido a un árbol, o un grupo de ángeles que centelleaban entre las ramas), despertaron sospechas en sus padres, lo que les no impidió que vieran sus grandes dotes y que apoyaran su vocación. A los catorce años entró como aprendiz en el taller de un buen grabador de la época. No tuvo ocasión ni dinero para una cultura extensa, pero fue un prodigioso autodidacta; encontró en el oficio de grabador recursos imprevistos que le permitieron fijar sus sueños más fantásticos y más poderosos.
Sobre su esposa
Se casó en 1782 con Catherine Boucher y, como todo lo que toca a la vida de Blake, esta unión - tan poco novelesca - tuvo consecuencias maravillosas. Le enseñó a leer y a escribir, el arte del grabado y también a colorear sus dibujos. Trabajaron juntos en el pequeño taller que William Blake abrió en un barrio popular. Durante algún tiempo tuvo también la ayuda de un hermano menor, al que quería mucho y cuyas dotes admiraba pero que murió prematuramente. Blake declaró después haberle reconocido en sus visiones y recibido de él instrucciones preciosas. Bajo esta inspiración y con la ayuda de su mujer encontró un procedimiento totalmente nuevo para la reproducción de sus obras:
Cantos de Inocencia (1789); Cantos de Experiencia (1794); Las Bodas del Cielo y del Infierno, Visiones de las Hijas de Albión, América (1793); Europa, El Primer Libro de Urizen (1794); La Canción de Los (1794-5), El Libro de Ahania, El Libro de Los (1795)
Años felices
En el cambio de siglo pasó tres años en la costa de Sussex, en Felphal, en la propiedad de un escritor, Hayley, que le contrató a Él y a su familia para ilustrar una biografía. La paz y la belleza del lugar le impresionaron profundamente y le proporcionaron una renovada inspiración. Sus visiones se hicieron más frecuentes, más familiares, más apremiantes. Escribió a menudo bajo el dictado directo de sus Visitantes Celestes. Sus cartas y los pequeños poemas que graciosamente añadía a ellas, reflejan una feliz alegría: “El cielo abre aquí por todas partes sus puertas de oro” (carta a Flaxman); “sus ventanas no están oscurecidas por el humo; se oye más claramente la voz de sus habitantes y se ve más nítidamente su forma…” Esta felicidad tuvo un efecto duradero; sostuvo y alimentó sus sueños hasta el final de su vida.
Tiempo de crisis
Cuando la generosidad de Hayley se convirtió en crítica hacia su obra, empezó un periodo de crisis en el que hubo críticas, escaso reconocimiento de su obra y esporádicas acusaciones de locura; regresó a Londres.
En 1802 escribió: “En verdad está escrito que no puedo vivir sin cumplir mi deber, que consiste en acumular tesoros en el Cielo. (…) Lo que me interesa más –más que la vida, más que lo que da valor a la vida– es la verdadera religión y el verdadero saber; y si cualquier cosa afecta a ese interés, siento una tortura horrorosa. No tengo vergüenza, temor o aversión a decir lo que debe ser dicho: día y noche estoy bajo las órdenes de los Mensajeros Celestes; pero estas cosas no suceden, como imaginan muchos, sin pena ni tormento. Por todas partes nos asaltan tentaciones. Detrás de nosotros, el océano del tiempo y del espacio muge y nos empuja incesantemente. El que no adelanta con paso firme está perdido y si nuestros pies resbalan en el barro, ¿cómo no temblar de miedo?” Tales son las angustias de un profeta.
Sus últimas obras
Aparte de esto y las exposiciones que hizo de sus dibujos, frescos y acuarelas que organizó en la tienda paterna heredada por su hermano mayor; así vivió hasta 1827. Durante estos años también, de forma más secreta, trabajó en las dos grandes obras que constituyen su testamento espiritual: Milton (1804-1809) y Jerusalén (1804-1820). Murió en 1827, viendo el Cielo, literalmente, abrirse ante sus ojos y, como quieren las Escrituras, cantando las alabanzas del Señor. De su mujer Catherine se ha dicho que fue la mujer perfecta para un hombre de genio. Ella parece haber visto el mundo sólo por sus ojos. Nunca llegó a tener hijos y pudo así consagrarle toda su actividad. En sus sentimientos hacia Él entraba la veneración. Ama de casa perfecta, aseguró siempre su bienestar a pesar de su pobreza. Al mismo tiempo, de algún modo, tuvo el papel de inspiradora, aunque su inspiración venía siempre del Cielo. Sirvió de modelo para sus figuras femeninas. Poco antes de su muerte, dibujó a lápiz un último retrato de ella y dijo que había sido un ángel para Él.
Una vida sencilla Todo lo que importó a William Blake, pertenece al dominio de la imaginación. Su vida carece de hechos notables. Vivió iluminado en medio de sus visiones. Sus poemas están alimentados por las tradiciones más lejanas y, sin embargo, atravesados por intuiciones que hacen de él un precursor. Para interpretarlo hay que evocar el pasado más remoto, así como las más arriesgadas especulaciones modernas. En la historia literaria no hay otra personalidad más deslumbrante que la de William Blake.
Sobre su obra En esta re-visión “súper breve” de William Blake nos vamos a centrar, más que en su vida, en su obra; que nos da una idea más fidedigna de cuál era su interior y de cuál era su Verdadera Realidad. El estudio de su entorno sociocultural, sus influencias, contemporáneosetc., puede ser igualmente interesante para quien quiera profundizar su conocimiento sobre Blake.
Nuestra visión de Blake también queda marcada por “el dato” que sabemos que Shri Mataji ha dicho de Él: Que era la Encarnación del Arcángel Miguel (Bhairava), es decir, el Poder del Lado Izquierdo. Esto nos ayuda a comprender algunos de los excesos que Blake proclama como buenos, y algunos de los ataques virulentos que hace contra la religión y el pensamiento racional; y por supuesto, las visiones que tenía y que describe en sus libros - a los que llamaba “Iluminados”- porque Él mismo los “iluminaba” al dibujarlos, pintarlos y grabarlos. No obstante, es difícil. No me considero un entendido en Blake así que, lo que sigue son extractos de estudios sobre Él, que creo, que se acercan más a lo que decía más arriba y a la visión sahaja. Desde su cumbre imaginativa, William Blake, logró un cuadro del Universo en el que: Dios, hombre, naturaleza, eternidad e instante, presente y pasado, tangible e intangible; todo es visto como una unidad indivisible. Los conflictos históricos son vistos como expresión de un mundo espiritual condicionante. El “Yo” en el poema de William Blake es un Ánima mundi, es una entidad situada al nivel de la Divinidad; siempre nos habla del Hombre-eterno. Ya desde sus primeros poemas, Cantos de Inocencia: “Todo Efecto Natural tiene una Causa Espiritual y no una Natural; la causa Natural sólo lo parece.”
En uno de los últimos, Jerusalén, dice: “Veo al Hombre Cuádruple, la Humanidad en sueño mortal, y su caída Emanación, el Espectro y su Sombra cruel. Veo el Presente, Pasado y Futuro que existen simultáneos ante mis ojos. Oh Espíritu Divino, sostenme en tus alas (…) Porque Bacón y Newton (…): Los Razonamientos, como enormes serpientes, envuelven mis miembros, lacerando hasta mis más pequeñas articulaciones.” La afirmación principal de William Blake es su convicción de que todo lo que existe en el mundo es necesario pues forma parte de lo creado. El “mal” de las religiones son fuerzas necesarias y vitales, partes indispensables de la vida. De modo que “el orgullo del pavo real”, “la lujuria del chivo” y “la ira del león” son partes de la creación, son obras de Dios. Las leyes morales, “las redes de la religión” son cadenas impuestas al hombre y a su imaginación por Jehová-Urizen.
Desde Sahaja Yoga estamos en posición inmejorable para entender estos “extremismos” de William Blake: todo ha de entenderse desde la INOCENCIA de Shri Ganesha, no desde el polo opuesto. La originalidad y fascinación del sistema de William Blake está justamente en su capacidad de incorporar y articular con la totalidad cada manifestación vital. Hombre y naturaleza dejan de oponerse. Todo esto queda resumido en este pasaje de Jerusalén: “En la Gran Eternidad cada forma peculiar da nacimiento o emana su propia Luz peculiar, y la forma es la Visión Divina. Y la Luz es su Atavío. Esta es Jerusalén en cada Hombre, (……) Y Jerusalén es llamada Libertad entre los Hijos de Albión (Gran Bretaña). Pero Albión cayó, un Rocoso fragmento arrojado desde la Eternidad por su propio Espectro, que es el Poder de Razonar en todo Hombre, en su propio Caos, que es la Memoria entre Hombre y Hombre.” Junto con sus poemas, William Blake nos introduce en un universo visual donde destaca la forma humana, estas figuras en las que hay tal vigor que son en sí mismas, un canto de exaltación del hombre, de lo eterno humano. Son rostros muy espirituales que reflejan la unión de alma y cuerpo. Sus grabados, llenos de espacios cósmicos o figuras que se debaten en la inmensidad, miden unos pocos centímetros, pero consigue comunicarnos esos ámbitos insondables de “Su Visión”.
Con ello, implica otra de sus afirmaciones: Que la Auténtica Imaginación Creativa (imaginación sin mezcla de recuerdos o memorias) es la vía de liberación del Hombre de sus prisiones materiales o psicológicas: “Ver el Mundo en un Grano de Arena, y el Cielo en una Flor Silvestre, contener la Infinitud, en la palma de tu mano, y la Eternidad en una hora” El único problema que veo es que no nos dijo cómo lograrlo. “Si las puertas de la percepción se purificasen, todo aparecería al Hombre como es, Infinito”. Los sahaja yoguis sabemos un poco del tema, se trata de limpiar la atención; cuando esté limpia de egos, condicionamientos, etc., veremos las cosas como son, infinitas. Y no es fácil. No se trata de “liberar la percepción” por medio de hongos alucinógenos como algunos han querido interpretar (Ej. Aldous Huxley). Cuando da consejos, propiamente dichos, lleva a confusión y muchos lo han malinterpretado: “La senda del exceso lleva al palacio de la sabiduría”.
Afortunadamente, nosotros sí tenemos un método (SY) y herramientas para alcanzar lo que William Blake nos muestra. Ahí está, al alcance de nuestra mano. Shri Mataji misma lo dijo: “Os convertiréis en profetas como William Blake”. Lo ideal, me parece, es leer a William Blake junto con sus dibujos pues estos tienen tal pureza que nunca sugieren nada fuera del Camino. Leer a William Blake siempre es una oportunidad de subir nuestra atención donde Él la tenía, activar nuestro lado izquierdo y tener un vislumbre de su Visión: Ver la realidad “directamente” en el nivel de los arquetipos, interpretarla correctamente, percibir todo como una Unidad, tal como proclama la espiritualidad oriental pero con una base psicológica occidental. Él, además, nos la daba empaquetada en forma de libros iluminados. Realmente nunca me canso de mirar sus grabados
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