Nuestro miedo más profundo no es que seamos débiles.
Nuestro miedo más profundo es que somos poderosos, más allá
de toda medida.
Es nuestra Luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos aterra.
Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser tan brillante,
hermoso, talentoso y fabuloso? De hecho, ¿quiénes somos para no serlo? Somos
hijos de Dios.
Jugar a sentirnos pequeños no le sirve al mundo.
No hay nada iluminado en empequeñecerse para que los demás no
se sientan inseguros a nuestro lado. Se supone que debemos brillar como lo hacen los niños.
Hemos nacido para manifestar la gloria de Dios, que reside
en nuestro interior.
No esta sólo en algunos de nosotros; está en todos y en cada
uno.
Y cuando dejamos que nuestra Luz brille, inconscientemente
permitimos que los demás brillen también. Cuando nos liberamos de nuestro propio miedo, automáticamente
nuestra presencia libera a Los demás.
MARIANNE WILLIAMSON
A RETURN TO LOVE
ILUSTRACIÓN: “THE SENSE OF SIGHT”, ANNIE LOUISA SWYNNERTON
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