La Era de Moisés Uno de los hijos de Jacob (descendiente de Abraham), llamado José, que fue vendido como esclavo al Faraón de Egipto, consiguió, en la corte de este rey, tal prestigio y autoridad que llegó a ser virrey de Egipto y en calidad de tal llamó a sus hermanos y les dio el país de Gersén para que lo cultivaran y vivieran de sus productos. De este modo, los israelitas se hicieron tan numerosos que los reyes de Egipto temerosos de su importancia los sometieron a dura servidumbre, acabando por decretar la muerte de todos los hijos varones que nacieran en aquel pueblo. El relato bíblico (Éxodo II, 1-10) hace de Moisés un judío de la tribu de Leví recogido por la hija del Faraón en los juncos del Nilo, donde su madre le había depositado para conmover a la princesa y salvar al niño de una persecución idéntica a la de Herodes. Sin embargo, otras fuentes afirman que Moisés fue un sacerdote de Osiris.
Años de formación Criado en la corte de los faraones recibió instrucción en asuntos religiosos, civiles y militares. Al comienzo de su edad adulta y en defensa de un hebreo, cruelmente maltratado, mató a un egipcio. Este fue el motivo por el que tuvo que huir al desierto (Midiam, en el noroeste de Arabia) donde se convirtió en pastor y se casó con Séfora con quien tuvo dos hijos: Eliécer y Gerson.
Moisés en Midiam
Un día, mientras cuidaba las ovejas en el desierto, Moisés vio que un montón de espinas ardían entre llamaradas pero no se quemaban. Lleno de curiosidad, se acercó para ver qué era lo que pasaba y una voz le dijo: “Moisés, Moisés, quítate las sandalias porque el sitio que estás pisando es sagrado”. Le preguntó: ¿Quién eres Tú, Señor? La voz le respondió: Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. He oído las lamentaciones de mi pueblo de Israel y he dispuesto bajar a ayudarle. He dispuesto liberarle de la esclavitud de Egipto y llevarle a una tierra que mana leche y miel. Yo te enviaré al faraón para que os deje salir en libertad. Moisés preguntó: Señor, y si me preguntan cuál es tu nombre, ¿qué les diré? El Señor le respondió: Yo soy Yahvé (Aquel que crea).
Yo soy el que soy.
Irás a los israelitas y les dirás: “Yahvé, que es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, me envía a vosotros”. Luego reunirás a los ancianos de Israel, y con ellos irás al faraón a pedirle que deje salir libre al pueblo. El faraón se negará pero yo haré toda clase de prodigios para que os deje salir”. Moisés dijo al Señor: ¿Y qué demostración les voy a hacer para que sepan que voy de parte de Dios? El Señor le respondió: Echa al suelo tu vara de pastor. Moisés lanzó al suelo su vara o bastón que se convirtió en serpiente. Dios le dijo: Toma la serpiente por la cola. La agarró y se volvió otra vez bastón. Dios le dijo: ésta será una de las señales con las cuales yo te voy a apoyar para que te crean. Moisés le dijo a Nuestro Señor: “Yo tengo dificultad para hablar. ¿Por qué no mandas a otro?”. El Señor le dijo: “Tu hermano Aarón, que sí tiene facilidad para hablar, te ayudará”. Moisés se volvió a Egipto y junto con su hermano Aarón reunió a los ancianos de Israel y les contó lo que le había mandado el Señor Dios. Y convirtió el bastón en serpiente para demostrarles que venía de parte de Dios.
Moisés y el faraón
Fue Moisés con su hermano Aarón a la corte del faraón Ramsés II a solicitar la marcha del pueblo de Israel. Ramsés II, considerado un Dios, negó la existencia de Yahvé y no autorizó la partida de los israelitas. Moisés clamó a Dios y Dios le escuchó mandando diez terribles plagas a Egipto (agua que se convirtió en sangre, ranas, mosquitos, tábanos, peste para el ganado, ulceras en el cuerpo, granizo para los cultivos, langostas, tres días de tinieblas y por último la muerte de todos los primogénitos de Egipto).
Camino del Sinaí Tras la muerte de su primogénito, el faraón permitió la salida de los israelitas (se estima que unas 15.000 personas). Al quinto día de la marcha, el faraón decidió salir en su búsqueda, acosándoles cerca del Mar de Papiros (Sea Reed, mar de papiros, probablemente un lago, erróneamente identificado como Mar Rojo). En este punto y por indicaciones de Yahvé, Moisés tocó con su bastón las aguas que se abrieron creando un camino por el que escapar de los egipcios. Una vez que el pueblo cruzó el mar, Moisés tocó de nuevo con su bastón y las aguas se cerraron ahogando a sus perseguidores. En ese día, el pueblo aumentó su fe en Dios y creyó en Moisés, su profeta, dirigiéndose con él al monte Sinaí. Durante los 40 años que permanecieron en el desierto, el pueblo sufrió terremotos, plagas, incendios, sequías y guerras con los pueblos nativos de Palestina. Faltó agua y comida siendo Yahvé quien proveyera del maná necesario para alimentarse.
El pacto en el Sinaí
Al llegar al pie del monte Sinaí, Moisés subió a la cima y tras 40 días y 40 noches recibió dos tablas de piedra en las que estaban escritos los Diez Mandamientos que a partir de
entonces constituyeron las leyes fundamentales de los hebreos. De esta manera se dio forma a la religión judía: una alianza entre el único Dios (Yahvé) y el pueblo hebreo, que en adelante se mantendría fiel al monoteísmo fundado por Abraham; y un conjunto de leyes que incluían el culto del «Arca de la Alianza» (recipiente sagrado que contenía las tablas originales de los Diez Mandamientos), la instauración del clero y diez mandamientos de orden moral y religioso.
Desde el Sinaí a Transjordan El pueblo de Israel continuó camino a la Tierra Prometida y a los 40 años desde su marcha de Egipto bajo la dirección de Moisés, llegaron al fin a Canaán. Yahvé permitió a Moisés divisar la Tierra Prometida, desde la cima del monte Nebó (hoy Jordania), y después de esta visión murió. Sin embargo, ya había entregado el liderazgo del pueblo a Josué (hijo de Aarón).
Moisés el hombre
Moisés, profeta y legislador hebreo. También el Islam, que le llama Musa, lo reconoce y venera. La historia de su vida se relata sobre todo en los libros Éxodo y Deuteronomio del Antiguo Testamento. Personaje bien conocido en el cristianismo, se le menciona con frecuencia en el Nuevo Testamento. En la transfiguración de Cristo, Moisés representa la Ley. La obra de Moisés es el Pentateuco, la Thora, la Ley. Formuló el decálogo y medió en el pacto del Sinaí estableciendo una relación personal con Dios. Personaje sagrado para los hebreos, se le considera el más grande de los profetas, al que nadie puede eclipsar salvo la figura de Jesucristo al que presagió.