Muy poco se conoce de
los primeros 40 años de la vida de Mahoma. La tradición dice que nació en una
respetada familia de comerciantes hacia el año 570 en la ciudad de la Meca, que
su padre murió antes de que él naciera y que su madre murió cuando él tenía
seis años. Mahoma pasó entonces a ser cuidado por su abuelo. Alrededor del año
595 se casó, tuvo varios hijos, pero sólo Fátima sobrevivió.
Su inquietud religiosa
le condujo a practicar meditaciones solitarias en una caverna del monte Hira.
Según declaró, alrededor del año 610 fue visitado por el arcángel Gabriel, que
le impulsó a recitar lo que le dictaba. Las revelaciones que así recibió a lo
largo de años, fueron escritas y forman lo que conocemos como el Corán.
Mahoma, al principio,
predicó en privado a familiares y amigos, convirtiendo a la mayoría de ellos a
la nueva religión. Alrededor del año 613 comenzó a predicar en público. La
respuesta de la mayoría de los habitantes de la Meca fue hostil e iba a permanecer
así, pero Mahoma continuó ganando adeptos en pequeño número. El principal grupo
de seguidores lo constituyeron personas del pueblo, que dieron a los inicios
del Islam cierto matiz de revolución social.
Durante este periodo de
persecuciones, Mahoma tuvo una experiencia que es llamada “La Noche de la
Ascensión”, en la que, según se dice, atravesó “los siete cielos”, y se
encontró con anteriores maestros y profetas, desde Adán a Jesús. Poco más
tarde, Mahoma consiguió ser aceptado como consejero y árbitro en la ciudad de Medina
entre las diferentes tribus en continuo conflicto.
Su emigración a Medina
(“Ciudad del Profeta”) acompañado de sus seguidores fue un paso decisivo para
el establecimiento de la nueva religión. Esta emigración, en el 622, recibe el
nombre de Hégira y marca el comienzo de la era musulmana. Al continuar los
problemas con los habitantes de la Meca, en el 628 Mahoma partió hacia allí con
un grupo de seguidores en peregrinación. Hubo confrontaciones, pero
consiguieron el derecho a peregrinar allí al año siguiente. Hacia el año 629,
tribus de diferentes áreas geográficas empezaron a enviar delegaciones a Medina
para negociar alianzas con Mahoma. Su condición básica era que ellos debían
convertirse en musulmanes. A finales de este año, Mahoma reunió una gran
expedición definitiva hacia la Meca. En enero de 630 consiguió una rendición
negociada de la ciudad. Las continuas confrontaciones con las diferentes tribus
dieron paso a un largo proceso de negociaciones con diferentes grupos. En junio
del año 632, cuando Mahoma murió, casi toda Arabia había sido conquistada para
el Islam.
Doctrina
El nombre Muhammad
(Mahoma) significa “el que es altamente alabado”. Se puede decir que impulsó
una nueva forma de vida, una nueva cultura y una nueva civilización, que se
extendió desde Marruecos hasta la India e influyó en el pensamiento y la vida
de tres continentes: Asia, África y Europa.
El número de víctimas
en todas las guerras que tuvieron lugar durante su vida, cuando la Península de
Arabia estaba bajo su influencia, no sobrepasa los pocos cientos. Incluso en el
campo de batalla, enseñó a los bárbaros árabes a rezar, no individualmente,
sino en grupo, a Dios Todopoderoso.
Durante los
enfrentamientos unos rezaban mientras otros peleaban, y luego intercambiaban
posiciones. En una época de barbarie, incluso el campo de batalla fue de alguna
manera humanizado, se dieron normas para no engañar, no romper la confianza, no
mutilar, no matar a niños, mujeres ni hombres ancianos; no cortar árboles frutales
ni molestar a cualquier persona que estuviera en oración. La forma de tratar a
los enemigos era el ejemplo más noble para sus seguidores.
Mahoma llegó a lo más
alto de su poder con la conquista de la Meca, la ciudad que se había negado a
escucharle, que le había torturado, que había torturado a sus seguidores y que
tantas veces les había expulsado. Él declaró: “En este día pisoteo cualquier diferencia
y cualquier odio entre los hombres”.
Para él, el principal
objetivo de la guerra era unir a los seres humanos; cuando este objetivo se
cumpliera, incluso los peores enemigos serían perdonados.
Era amable por
naturaleza, siempre dispuesto a no tener en cuenta las faltas de otros; la
simpatía y la sinceridad eran características de su carácter. Sus maneras
ganaron el afecto de sus seguidores.
Solía rezar: “Alá, soy simplemente
un humano, si hiero a alguien de alguna manera, perdóname y no me castigues”. Decía:
“Venerar a una persona mayor es mostrar respeto a Alá.” Normalmente, visitaba a
los más pobres e impedidos, y animaba a los demás a hacer lo mismo; también
compartía su mesa con sirvientes o incluso esclavos. Predicaba que no había
nada indigno o bajo en realizar las tareas de la casa.
Al Profeta le gustaban los
niños y cuando estaba en su compañía compartía el espíritu infantil. Al
acostarse rezaba: “Oh, Alá, muero y vivo con tu nombre en mis labios.” Al
levantarse, rezaba: “Alabo a Alá, que me ha dado la vida después de la muerte y
es hacia Él hacia Quien retorno.” No le importaba donde dormía, algunas veces
en una cama, otras encima de una piel y muchas sobre el suelo. No se molestaba
si alguien le interrumpía durante los sermones.
Mahoma predicaba a la
gente la confianza en Alá. Fue una característica de toda su vida, incluso en
medio de persecución o en los campos de batalla rodeado de enemigos.
Fue esta confianza en
Alá la que le empujaba a decir sus oraciones abiertamente incluso con sus
opositores. El Profeta siempre pedía a la gente ser justa y amable.
Administrando justicia
no hacía distinción entre creyentes y no creyentes, amigos o enemigos. La
superioridad de alguien sobre otro sólo la indicaba para él la rectitud de cada
persona, no las cosas mundanas como la familia, la raza, etc.
“A Alá no le gusta el
hombre que se considera a si mismo superior a otros.”
El Profeta no sólo
predicaba que se debía mostrar amabilidad con otros, sino también con todos los
seres vivientes. Siempre animó a los musulmanes a tratar amablemente a los
pobres y a ayudarles con limosnas. No desalentó ni prohibió la adquisición de
riqueza, pero advirtió que debía ser obtenida de acuerdo con la ley y
honestamente.
El principio de
hermandad universal e igualdad de la humanidad representa una gran contribución
de Mahoma al sistema social. Se puede decir que la “democracia” del Islam se
practica cinco veces al día, cuando el rey y el campesino se arrodillan uno
junto al otro y proclaman:
“Sólo Dios es grande”.
El Islam enseña que el
hombre nace sin pecado, y que el hombre y la mujer provienen de una misma
esencia, poseen una misma alma y están equipados con las mismas capacidades. El
Islam hizo posible que las mujeres compartieran la herencia de sus padres. Se
puede decir que dio a las mujeres el derecho de propiedad.
Esta doctrina también desarrollo
principios para la vida económica y social, como la ley de herencia, un sistema
organizado de caridad, y considera ilegales prácticas antisociales en el área
económica, como el monopolio y la usura, mientras contribuir económicamente con
las escuelas, hospitales y orfanatos, era considerado muy virtuoso.
Aunque las
circunstancias a lo largo de su vida cambiaron, él no lo hizo. En la victoria o
en la derrota, en el poder o en la adversidad, en la riqueza o en la
indigencia, siempre fue el mismo hombre. Servir al ser humano, elevarlo, purificarlo
y educarlo, éste fue el objetivo de su vida.
“El hombre con verdad
tiene la verdad en su pensamiento y en sus obras. No mintáis, hablad sólo la
verdad.”
“La sola devoción no
agrada a Dios. Dios sólo acepta la parte de devoción que tiene entendimiento.
No habrá ganancia por orar, dar caridad o visitar lugares sagrados a menos que
estos actos estén acompañados por entendimiento.”
“Cualquier acción se
juzgará por las intenciones que la impulsan.”
“No digáis: si la gente
me hace algo bueno, yo les daré bondad, si me dan tormento, les daré tormento.
Si te dan tormento, no les devolverás lo mismo.”
“La mejor Jihad es la
que se lleva a cabo para conquistar el Ser.”
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